IGLESIA APOSTÓLICA PROFÉTICA DE JESUCRISTO

 

La Clave esta en Creer, obedecer y Trabajar

    La Biblia nos dice que Jesús obraba en el día porque entendía que la noche venia en la que nadie puede trabajar, El sabía que mientras estuviera en el mundo debía alumbrar a los seres humanos (Juan 9:4). Por lo tanto cada uno de nosotros como partes de Cristo debemos realizar las obras que Dios ha preparado de antemano para manifestarlas en este tiempo. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10). ¿Cuántas conversiones, sanidades, milagros, liberaciones, ayudas, predicaciones, etc., Jesucristo tiene para hoy? La única manera de saberlo es saliendo a trabajar y hacer las obras que el nos ordena. Jesucristo tiene dotación infinita de poder para manifestar su amor en esta tierra y el ha fundado la iglesia para que obre en su nombre y destruya las obras del diablo.

      Miles de personas en las iglesias tiene el concepto que están en ella para que se les atienda y solo un pequeño porcentaje de los miembros entiende que más bien estamos en la iglesia para atender a los pecadores, enfermos, necesitados del amor de Cristo. Es cierto que también al interior de la iglesia nos ayudamos mutuamente, pero la misión mayor de la iglesia es hacia la humanidad perdida, atrapada por el pecado en las garras de Satanás.

      La concepción de asistir a la iglesia para recibir satisfacción personal es a todas luces síntoma de inmadurez y egoísmo, pues solamente busca el acercamiento a los demás en función del roce y la sana relación social, la adoración como momento de desahogo emocional y la predicación como momento motivacional para su propio proyecto de vida y esto es una burda caricatura de lo que Cristo quiere de su iglesia.

      El Espíritu habla al cristiano y le recuerda que los talentos que Jesucristo le ha puesto en las manos son para trabajarlos y dar buenas cuentas en el día del encuentro con el Señor de la obra. Ninguno queremos que Jesús nos diga en aquel día: "siervo malo y negligente" (Mateo 25:14-30), pero a eso nos exponemos cuando no trabajamos en su obra y dejamos que pase el tiempo sin usar el don que Dios ha puesto en nuestras manos.

      La verdadera satisfacción del cristiano esta en dar fruto y ver la obra del Señor creciendo. Quienes después de hacer recibido órdenes del Señor actúan en obediencia y fe, empiezan a ver las manifestaciones de Dios en sus vidas y esto constituye una fuente de gozo incesante y santa motivación para seguir trabajando. Esta es la vida normal del cristiano, manifestar a Cristo para bendición de los demás.

      No nos engañemos, ser cristiano es algo más que elevar las manos y cantar, ser cristiano es algo más que decir ¡Gloria, Señor! Ser cristiano es buscar la dependencia de Dios para vivir en santidad y hacer las obras que Cristo quiere manifestar a través de cada uno de nosotros.

      ¿Acaso faltan enfermos a quien sanar, oprimidos por el diablo a quien liberar, o pecadores a quienes predicar el mensaje del evangelio? Claro que no, quién no trabaja en la obra del Señor no tiene excusa que lo justifique. El Señor en su sabiduría ha distribuido el trabajo de tal manera que ninguno puede decir: ¡para mi es imposible! (Mateo 25:15), porque El reparte según la capacidad de cada uno de sus hijos.

      A los hermanos de la tercera edad, no les encargó andar por toda la ciudad sanando, liberando o predicando, sino fue específico en que su trabajo es interceder por todos los trabajos que se hacen. Eso lo pueden hacer en sus casas y de esa forma apoyar grandemente a todos los ministerios de la iglesia.

      Sería ilógico pensar que la misma dinámica funcionaria entre los evangelistas, ¡no! Ellos tienen que caminar, cuan hermosos son los pies de los que anuncia… la labor del evangelista es ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15). No se puede ser pastor, evangelista, guerrero o sanador y estar metido en la casa siempre, estos y otros ministerios tienen que salir a encontrarse con los necesitados y dar de gracia lo que de gracia hemos recibido (Mateo 10:7-8).

      ¡Ahí está la clave del crecimiento de un ministerio! Tener fe y obedecer. En la iglesia de Cristo, no se vale la pereza, la negligencia, la apatía, necesitamos con entereza y animo responder al llamado de Dios. Hoy es necesario escuchar con atención a la voz del Espíritu que nos dice: Procura con diligencia presentarte ante Cristo, como obrero que no tiene de que avergonzarse (2 Timoteo 2:15).

      Ahora bien, es en el camino donde el cristiano aprende a utilizar su don y experimenta el gozo de servir al Señor. Hay cristianos que están cansados por la santa rutina de asistir al culto, cantar, escuchar la disertación de la Palabra y regresar a casa. El tedio religioso es lo más pesado que puede haber sobre una persona y tristemente se ha convertido en el patrón de muchas iglesias. La gente acepta a Jesús y las convertimos en consumidores sentados en las sillas de los templos, por el ejemplo de tantos que han hecho de la vida cristiana una santa rutina. El Espíritu Santo nos esta sacando de esta rutina y hacerle caso a El nos llevará al crecimiento y al verdadero gozo, y también ayudara para que los nuevos que se añaden a la iglesia vean que el estilo de vida cristiano es mucho mas que asistir, cantar y escuchar un sermón (Hebreos 6:1-3).

      La iglesia dirigida por el Espíritu Santo está en la calle, así que, como principal elemento de la vida de la iglesia, tendremos la evangelización. Ningún miembro podrá sentirse bien en esta congregación si no sale predicar el evangelio. Si Dios nos quiere en la calle, necesitamos salir a la calle.

      "Trabajo, Trabajo, trabajo", es la palabra que Dios repite una y otra vez en la voz profética. Es que junto a su buena voluntad para con la iglesia, está la obediencia nuestra como respuesta al derramamiento de la bendición prometida. ¿Acaso un campesino espera la cosecha si no ha sembrado la tierra? La Biblia nos muestra claramente que nuestro trabajo es sembrar y regar y de lo que Dios se responsabiliza es del crecimiento. Pablo declaró: Yo sembré, Apolo regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios (1 Corintios 3:6).

      Así es porque ni usted ni yo podemos hacer crecer a la iglesia, pero lo que si podemos hacer es compartir el evangelio con todo aquel que lo necesita. Evangelizar y dar testimonio de lo que Cristo ha hecho por cada uno de nosotros y por toda la humanidad, no es algo opcional para usted y yo, sino un mandato para toda la iglesia.