IGLESIA APOSTÓLICA PROFÉTICA DE JESUCRISTO
El orden del Espíritu
Dios está restaurando la iglesia para que opere en obediencia a su voluntad, guiada directamente por el Espíritu Santo y no por las buenas intenciones, la experiencia y la capacidad de los humanos. Hace tiempo leí un sermón donde se hablaba de un elefante y un ratón que trabajaban en un aserradero y aunque parecía increíble los dos trabajaban juntos, cuando les tocaba llevar grandes troncos al río para ser trasladados al aserradero se ponían arneses y los dos jalaban, cuando llegaban al río y veían el tronco caer estrepitosamente en el agua, el ratón decía: "fue un trabajo difícil pero logramos hacerlo". Un día pasaron un puente colgante y cuando estaban del otro lado voltearon, vieron como el puente se movía de un lado al otro y entonces el ratón exclamo: "¡Mira cómo sacudimos el puente!" Lo que quería decir el hermano predicador era que todos nuestros esfuerzos son como un ratoncito jalando un tronco, pero la presencia de Jesucristo es la fuerza grande como de un elefante. Desgraciadamente tal parece ser que muchas denominaciones han caído en confiar más en sus propios programas, dinero y capacidades que en la fuerza del Espíritu. Sin embargo, todos los elementos institucionales sin Cristo, son como un ratoncito dando vueltas a un gran tronco sin moverlo ni siquiera un milímetro.
Es posible convertir una lista de ideas perfectamente válidas en legalismo o incluso en un programa que funciona sin Cristo, sencillamente porque cubre ciertas necesidades sociales. No tenemos que mirar lejos para encontrar iglesias que están creciendo que han tenido mala doctrina. En algunos casos están creciendo debido a su mala doctrina. En este mundo no hay escasez de personas a quienes les gusta el dogmatismo, moralismo y el separatismo.
Los grupos religiosos que están creciendo obviamente están haciendo algo bien. Proyectan un sentido claro de identidad, pueden tener una liturgia muy profesional, pueden tener programas para las familias, niños, mujeres, etc. Tienen métodos para incluir a las personas en las obras de la iglesia, en compartir el mensaje, en estudiar doctrinas y hacer buenas obras, etc. Pueden estar socialmente saludables y creciendo en numero de miembros y pueden verse bien en cuanto a medidas externas, pero por dentro están espiritualmente débiles, ciegas y desnudas.
La gran riqueza que Dios por su gracia nos entregó su invitación a ser iglesia guiada por el Espíritu Santo mediante la revelación profética de los dones que cada uno hemos recibido para ejercerlos en amor para la edificación del cuerpo de Cristo. La clave está en creer y obedecer para que cada don se desarrolle en un fructífero ministerio en el cual Dios opere fuertes manifestaciones de su gracia y poder (1 Corintios 12:1-7).
Dios tiene todo para realizar su misión en esta tierra, la iglesia lo único que tiene hacer es ser instrumento de su amor y su poder. En otras palabras cada uno de nosotros debemos aceptar que no somos más que el ratoncito que trabaja con el elefante, no confiemos y menos nos jactemos de nuestras pocas fuerzas sino démosle siempre la gloria a Jesucristo, que es el que con la fuerza de su Espíritu puede hacer grandes cosas. Esto es saber trabajar con Dios.
El orden que Jesucristo estableció mediante profecía en esta iglesia y la manera en que El desea que se den las relaciones para el funcionamiento de su cuerpo está plasmado en las siguientes líneas generales nacidas de la manifestación profética. Claro está la fundamentación bíblica es indispensable para todo orden en la Iglesia.
Jesucristo: Cabeza y Pastor General
El es el que edifica a la iglesia (Mateo 16:18). Es el la piedra angular del fundamento de apóstoles y profetas (Efesios 2:20). El que lleva las riendas de la iglesia, que está en todos los ministerios, quien hace todo por su perfecta y buena voluntad, quien merece la gloria y la honra por siempre. El es pastor, profeta, evangelista, liturgo. Maestro, el intercede, sana, sirve, tiene misericordia, exhorta, libera, restaura y administra. El es el autor y consumador de la fe (Colosenses 1:15-23, 2:6; Efesios 1:22-23).
Pastor terrenal
Es un hermano al cual Jesucristo le encarga la administración espiritual del rebaño. El pastorado aunque es un nombramiento principal, no tiene una connotación jerárquica ni debe ejercerse con señorío (1 Pedro 5:2-4). Las responsabilidades del pastor consisten en apacentar, aconsejar, orientar, predicar la palabra, orar por la iglesia, aplicar disciplina y vigilar el orden en la vida general de la iglesia (Jeremías 23:4).
Creemos que el pastorado entre nosotros debe ejercerse evitando equipararlo con el pastorado institucional que paulatinamente se ha convertido en la figura central de la autoridad oficial, una casta clerical sobre el laicado que obstaculiza el crecimiento de los miembros del cuerpo de Cristo. Sin embargo, entre nosotros debemos guardar el equilibrio y dispensarle al pastor respeto y obediencia en el ejercicio de su ministerio, tal como lo enseña la Biblia (Hebreos 13:17) y ha recomendado muchas veces el Señor mediante profecía.
Consejo
Es un grupo de hermanos que han sido escogidos por Dios, cuya responsabilidad es mantener, guiar y preservar a la iglesia dentro de la santa doctrina y practica cristiana, asesorando, orientando en la toma de decisiones y la aplicación de la disciplina, así como analizando el proceso de la vida eclesial y los contenidos de las profecías a la luz de la Biblia.
Este grupo de hermanos debe profundizar constantemente en el estudio de la Santa Palabra y buscar actuar con discernimiento espiritual, justicia y prudencia en todo lo concerniente a la vida de la iglesia.
El Señor ha ordenado que el Consejo debe reunirse y dialogar constantemente, pues esta es la forma en la cual puede cumplir su trabajo. Debido al carácter de las reuniones del consejo, estas deben realizarse en privado y los miembros del consejo deben guardar absoluta discreción con los asuntos que se tratan en ellas. Cada reunión debe iniciarse en el nombre de Jesucristo, declarando el texto de 1 Tesalonicenses 5:19-21.
Ministerios
El Señor Jesucristo, a través de voz profética nos indicó que quería hablar con cada miembro de la iglesia. Me ordenó escribir porque El revelaría los dones del Espíritu que cada persona tenia en la congregación. Después de esto, teníamos que formar doce grupos según los dones que El mostraría, pues de esta manera trabajaríamos en la obra del Señor los que quisiéramos obedecer a su voz.
Cada hermano esperaba formado su turno para ser ministrado por el ministerio profético, pues habían sido convocados para recibir la revelación profética de sus dones espirituales. Con maravillosa seguridad y precisión el Espíritu Santo hablaba a través de los profetas a cada miembro de la iglesia según su necesidad y les declaraba sus dones.
Fueron jornadas largas de ministración. Era sorprendente mirar y escuchar como un grupo de hermanos de la congregación hablaban diversos géneros de lenguas e interpretaban según el Señor les daba que hablasen e interpretaran. Tuve que pedirle a mi esposa que me ayudara a apuntar aquel raudal de revelación de dones a cada hermano y hermana. Tanto ellos como nosotros no dejábamos de derramar lágrimas por estar experimentando aquel suceso maravilloso que nos hacia entender cuan cercano y real es el Señor Jesucristo, cuan grande su misericordia, su valoración de cada miembro de su cuerpo, y cuan perfectos son sus planes para con la iglesia en el mundo.
Al terminar aquel hermoso trabajo que se me había encomendado, comencé a ordenar los nombres de cada miembro según el don con que aparecían en la lista y exactamente se formaron doce grupos como el Señor Jesucristo lo había dicho.
El número doce es evidentemente un número ampliamente usado en la Escritura e importante en la historia de la salvación, son doce las tribus de Israel, y doce los apóstoles, son doce los cimientos y doce las puertas de la Nueva Jerusalén. El doce es un sello que Dios pone a lo hecho y organizado por El y testifica de su respaldo y legitimación total. El doce señala el orden o la organización en los propósitos de Dios.
Cuando pienso en la forma en que nuestro Señor Jesucristo nos fue llevando por etapas a la iglesia de Coatzacoalcos, me doy cuenta que la sabiduría de Dios para la misión de la iglesia en la tierra, se manifiesta en formas sencillas pero altamente efectivas.
Los ministerios son grupos formados por hermanos y hermanas afines en dones, cuyo fin es trabajar en conjunto para el crecimiento espiritual de cada miembro y el cumplimiento del propósito de Dios en la tierra.
Cada ministerio tiene un líder puesto por Dios para convocar y organizar las diversas actividades. Los lideres si quieren desempeñar su tarea adecuadamente, nunca deben imponerse como autoridades con privilegios especiales sobre los demás. Por el contrario, deben servir a sus hermanos con la palabra y ejemplo, mostrándoles de que manera realizar la obra del ministerio para la gloria del Señor Jesucristo. La labor de los líderes consiste en promover el ministerio de todos los santos, cuidar que cada uno de ellos cumpla su función para beneficio de otros y así desarrollen sus dones en el servicio. El desempeño del liderazgo abarca la iglesia general con todas sus misiones.
Son doce los ministerios que nuestro Señor Jesucristo fundó entre nosotros, sabemos que en la Escritura aparecen otros dones aparte de los que el Espíritu reveló a través de profecía aquí en Coatzacoalcos. Eso muestra que el Señor no pone todos los dones que tiene en cada iglesia local, sino de acuerdo a las necesidades que hay para cumplir la misión en cada lugar.
La manera en que Dios organiza la iglesia y ordena el cumplimiento del trabajo de su obra, no es con palabras muy rebuscadas o sistemas muy complicados, todo lo contrario, Jesucristo habla de forma sencilla y práctica. "Salgan a la calle, hablen en las esquinas, digan que Cristo les ama, caminen, ofrezcan oración y yo sanaré a los enfermos, reúnanse a orar" (Mat. 10:7-14). Todo lo que necesitamos es tener fe y ser obedientes a sus órdenes.
Cada ministerio que Jesucristo ha fundado tiene su respaldo y sabemos que la voluntad de Jesús es que llevemos mucho fruto y este permanezca, es decir, este llamado no es momentáneo o temporal sino permanente hasta que Jesucristo regrese. La iglesia es el cuerpo de Cristo en el mundo y representante legitima de El ante la sociedad (1 Pedro 2:9). Esto conlleva una gran dignidad y privilegio pero también una gran responsabilidad para con Dios y la humanidad.